Los dioses no se ven, pero se oyen
Delfina Foundation
Londres, UK
2021





The piece is a harmonious merger of the two artists’ respective practices, a blending of forensic, almost archaeological, approaches to the imaginings of found objects as fossils, electroacoustic composition and field recording. Mayan flute replicas were transported to three sites in Mexico’s Yucatan Peninsula where they were played and recorded alongside the naturally occurring sounds of these distinct locations. What emerged from the weaving of these soundscapes hinted at presences which only take shape through the perception of sound.

In the project that is carried out together with the artist and musician Alina Maldonado (Tabasco, 1989) we will use specific pieces (understand aerophones and idiophones from the Preclassic 1600-1200 BC) and their sounds as a mechanism of invocation and obedience. Pascal Quignard writes that “hearing is being touched at a distance” and “obeying”, therefore this series of “performative” actions, and objects that will accompany you, will be an attempt to touch an instant of time, no matter how symbolic it is. An exploration of cosmoaudition from different mechanisms and strategies of orality to illustrate the configuration of the musical instrument as a vehicle for social representations.

Los dioses no se ven, pero se oyen
12:00 min proyección de dos canales, sonido, acuarelas y flauta de cerámica.

























Link to text and sound recording, in Wave 6 of Infrasonica

https://infrasonica.org/en/wave-6/gods-cannot-be-seen-but-can-be-heard






pasando horas en un camino de piedras.
entre manglares, floresta y selva.
las hojas se desvanecen con la luz
una composición a tres voces.

¿puedes sentir al jaguar cerca?  Lo escuché en mi cabeza, como un sueño, y sentí que era real.

desafortunadamente , no llegamos a la isla, pero si sentimos su cercanía

buscando un sonido en la punta de la costa
había rastro de que pasaron por ahí otras personas,
pero nunca vimos a nadie de camino al sur,
hubo un gran silencio húmedo.


¿crees que nos escuche si ya no tiene oídos?

– tal vez si nos ponemos en su garganta


Itzamná exhala un zumbido desde su garganta

– las dos que están en la torre que mira al oriente dicen que ellas escuchan en su nombre
escalamos al cuarto de la torre y vemos un par de nombres escritos en un muro quemado


– ¿ellas fueron las que hicieron los dibujos?

sí, pero dicen que cuando fueron más ancianas


armamos una fogata,
debajo del panal en una de las bóvedas
que está a mitad de corroerse o a mitad de construirse


– probemos la flauta del ciricote, ahorita no está de temporada

tal vez la bóveda no distinga entre temporadas


en el observatorio de Mayapán es donde nos percatamos de este almanaque trenzado,
singularidad de tiempo hecha de piedra caliza
caminando en su interior,
siempre regresábamos al mismo lugar
no podíamos vernos pero sabíamos que estuvimos ahí,
aún estaban el rastro de nuestras pisadas

era como viajar en un río,
podrías recordar lo que habías visto río arriba
pero no verlo debido a la curvatura del canal
y no ver lo que se avecinaba por esa misma razón
todavía en ambos casos sabías que el río estaba allí
habíamos estado en ese río siempre

en muchos de los lugares que visitamos,
la demarcación entre el adentro y el afuera era muy ambigua



¿cruzamos?

nos van a escuchar acercarnos


los custodios, eran como dos guardianes hermanos
cuidan que las cosas que están eso ese lugar,
que sigan vivas

decidimos ir a estas ruinas en la península Maya
queríamos tocarles sonidos que tal vez les hagan familiares






los animales son los músicos que siempre
han estado aquí


son la temporada constante


del alba a la noche,
ambos pájaros y murciélagos cantan y bailan juntos.
entre las ruinas,
el día y la noche se juntan

por varios días tocamos con sus flautas a las piedras apiladas,
llamándolas como para despertarlas de un sueño
regresamos varios días después a sólo escucharlas

hay ruidos en sus pieles porosas,
entre el mortero que las une
es en los matices sonoros,
que revela su espíritu

en la estructura donde se reúnen para las fiestas,
nos contaron cómo aún siguen resistiendo


– quienes llegaron, y destruyeron gran parte de los saberes que compartíamos,
que guardábamos,
ya lo habían hecho en sus propias tierras mucho antes


– al principio pensábamos que eran árboles como nosotras,
tenían ramas, corteza e incluso hojas,
pero nos dimos cuenta que lo que habían destruido dentro de sí mismos
no los dejaba florecer


– árboles sin flores ni frutos

– nosotras aún seguimos aquí
precisamente porque siempre florecemos


cuando las dos escuchamos esto,
miramos a las flores del bosque
y vimos nuestro propio reflejo

nos acercamos, todos,
al pozo en la falda de unos árboles que rodean el lugar


oye, ¿por más que te acerques, puedes ver el fondo?

– no, pero puedo escucharle